si a los 30 ninguno esta en pareja, nos casamos dale?

Leyendo este post de Mercedes me vino a la mente Facu, mi amigo, mi mejor amigo, y me di cuenta que sería lindo darle un lugar (más alla de las pocas veces en que lo nombre) en este blog que es lo más personal que tengo.
Nos conocimos en el secundario y sin darnos cuenta nos hicimos amigos de esos que sabes que van a estar siempre aunque no los veas ni hables por meses. Empezó como el novio de una amiga, y termine peleándome con ella para defenderlo.
Facu es muy particular. Con sus 19 años parece que esconde a Enrique el antiguo dentro por las cosas que dice, la manera en que piensa y las referencias que usa al hablar.
Él no cree en la amistad entre el hombre y la mujer, pero dice que ninguno de los dos nació para encajar en los estándares de este mundo. Por eso, y aunque le haya costado admitirlo, hoy dice orgulloso que tiene una amiga.
El es muy estructurado, serio, bastante introvertido. Es de esos que de tan inseguros se hacen los capos con los amigos para llamar la atención. Es de esos de que tanta necesidad de cariño, se cierra en su mundo y deja entrar a muy pocas personas. Es de esos, que cuanto más te quiere menos te lo va a demostrar.
Machista hasta la médula no puede reconocer que yo maneje, o que sea tan independiente, o que pretenda trabajar incluso después de casarme. Y yo, que soy la mina que menos podes encasillar en ese estereotipo estúpido de mujer a veces me encuentro cocinándole las patitas que tanto le gustan o corriendo a su casa para explicarle filosofía porque yo soy “la única que sabe explicar esas cosas”. O me llama diciendo “en 10 estoy en tu casa, quiero masajes” y yo salgo corriendo de donde estoy, muevo cielo y tierra y en 9 minutos lo estoy esperando en la puerta de mi casa con una sonrisa, para después de los masajes dormir juntos una linda siesta.
Es el único que me ve llorar. Ni con mis amigas mujeres suelo llorar, supongo que porque en mi grupo de amigas me tocó ser la fuerte, la que te contiene cuando estas destrozada, la que se caga en todo y nunca se pone mal por nada. Pero con él puedo largarme a llorar tranquila, que el sin decir nada me va a abrazar y esperar que me calme, sin preguntar que me pasa o preocuparse por esa camisa que se trajo de Italia que una vez le manche con rimmel y ya no la puede usar.
Y yo soy la única a la que le cuenta lo que le pasa, lo que lo pone mal o lo que lo alegra. Yo soy con la que realmente habla, porque con “los chicos no da la mariconeada”, y porque con los hermanos ni se habla. Porque conmigo puede llorar, total todavía le faltan “muchas lágrimas para alcanzarme”.
Somos así, él no me llama para mi cumpleaños, no me dice que me quiere, no me llama a menos que tenga una excusa que oculte el hecho de que simplemente quiere oir mi voz (aunque yo me doy cuenta), ni me abraza cada vez que me ve; pero viene al festejo y me hace un regalo, me dice que soy la única mujer que le es fiel, me llama cuando quiere un almuerzo “mal cocinado, pero con cariño”, y los abrazos me los da con gusto cuando se los pido.
Y yo le digo que lo quiero aunque me ponga mala cara, le voy a tocar el timbre cuando cumple años, lo llamo cuando estoy aburrida, lo baboseo y abrazo cada vez que lo agarro desprevenido y le espanto las minas de celosa que soy nomás.
Y asi nosotros nos entendemos, nos complementamos. Y lo quiero tanto tanto, pero tanto.