lunes, 22 de febrero de 2010

Ahora si, te veo en Disney

Hay tres cosas de Ariel que tengo grabadas a fuego: Sus increíbles ojos verdes, el tono de su voz, y su perfume. Ayer el chico que estaba atrás mio en la cola del supermercado tenía el mismo perfume que él. Gracias a eso estuve toda la tarde debatiéndome si llamarlo o no. Pero gracias a dios, ya aprendí que no tengo que hacer esos llamados.



Ese jueves estaba un poco cansada, y como los chicos no iban a salir me quedé a dormir en su casa para no tener que caminar hasta el hotel.
Ya el viernes, desde el momento en que me levanté sentía que Ariel estaba distinto. Esta vez no fueron sus ojos lo primero que vi cuando me desperté, sino la cara de Abril que se había metido en la casa y vino a despertarme a lengüetazo limpio. Me levanté, fui al baño a lavarme los dientes y fui a la cocina a prepararme el desayuno. Ahí fue donde lo encontré tomando mate y chequeando los mails.
Estaba raro, no se como explicarlo, pero sin hacer nada específico estaba distante. Yo intenté disimular mi molestia, desayune tranquila y me puse a jugar al chinchon con los chicos, mientras él lavaba el auto. Después almorzamos, y cuando no pude estirarla más decidí irme al hotel para cambiarme la ropa. Sabía que el momento en que me fuera de la casa iba a definir como seguía todo.
Saludé a los chicos con la promesa de bañarme y volver para ir a la playa juntos. En el momento en que lo saludé a él, sentí un vacío adentro que me dijo todo lo que necesitaba saber, ese saludo no era un "te veo en un rato", sino más bien un "que tengas buena vida". Salí a la calle, hice unos metros y paré como hacía siempre para darme vuelta y verlo a él esperando que me pierda de vista, pero no estaba.
Llegué al hotel llorando. Entré a la habitación, me saqué la ropa y me acosté. Le mandé un mensaje de texto a uno de los chicos diciendo que me había bajado la presión y que me iba a tirar a dormir un rato, e intenté dormirme.
Tenía la esperanza de despertar con un mensaje que me dijera a que hora ir a cenar, o algo que me diera un indicio de que todo era una simple idea mía. Pero nunca llegó. Cené sola en el hotel y me fui a un bar con Maru y el novio. A eso de las 2, no pude aguantar y le mandé un mensaje preguntando si iban a salir, pero jamas obtuve respuesta.
Al otro día me levanté a las dos de la tarde. Llovía, y yo no estaba de humor, así que me quedé tomando mates con una de mis compañeras de habitación toda la tarde. A eso de las 7 Maru me mandó un mensaje diciendo que los chicos se estaban yendo y que le habían ido a llevar un cable USB que les había prestado yo hacía unos días. Me acordé de mi saquito gris que había dejado intencionalmente en su casa el día anterior y le mandé otro mensaje a Ariel preguntando por él. Pero nada.
Esa tarde se fueron sin siquiera despedirse, y yo me tomé un día entero para estar sola y llorar en paz. El domingo llegó mi viejo a un balneario cercano, por lo que me fui con él y use esa semana para hacer vida de familia y tratar de olvidarme de todo. Pero claramente no pude.
El siguiente sábado fui hasta San Bernardo y ya que era mi última noche fuimos con Maru a bailar. Estábamos charlando con unos chicos de ahí cuando me llega un mensaje de Carlos, uno de los amigos de Ariel, que quería saber como estaba. Mensaje va, mensaje viene, no pude aguantar y le tuve que preguntar porque Ariel se había cortado tan de repente conmigo a lo que me contestó "Yo no debería decirte esto, porque Ari ni siquiera quiere que hable con vos, pero en las dos semanas que nos conocimos te hiciste querer y no quiero que estes mal. Ariel tiene novia, por eso no te llamó más"
Leí ese mensaje y tuve que apurarme a despedir a Mariel y salir del boliche antes de que se me empezaran a caer las lágrimas. Agarré el auto y emprendí camino hacía la ruta para irme a casa.
Cuando llegué mi papá me estaba esperando para volver a capital, así que cargamos el auto y arrancamos para acá.
Increíblemente todo se había terminado, mis vacaciones, Ariel, los chicos. De golpe, lo único que tenía era cansancio físico y mental, mucha ropa para lavar, y el recuerdo de unas tres semanas particularmente acontecidas.

9 comentarios:

Café (con tostadas) dijo...

El que juega así con los sentimientos ajenos merece letra escarlata...

el que, además, jode las vacaciones, merece tabla!

Todo bien, ya sé, la ira no lleva a ningún lado pero, en serio... las vacaciones? ni da!

Hija de mi madre dijo...

Y un hombre pelotudo más. ¿Por qué esas cosas ya no resultan raras? Qué bárbaro, me indigna aunque no sea propia esa historia.
Un beso mujer!

JanusM dijo...

Una historia fugaz de verano, inadmisible el jugar a dos puntas...

Arriba Ara querida... hacia mucho que no pasaba por acá...

Besos y Éxitos!

Florencia dijo...

De la que te salvaste, Ara!

Fuera, te mando un beso.. y le dejo un par de picanas en las bolas a Ariel, programadas para los momentos que más feliz se sienta!

Beso!

Priscila dijo...

Tengo una historia similar. Te entiendo, te entiendo.

Tararira dijo...

yo sabía
yo sabía

Un nabo, pero por ahi decían que hay que reirse de los bufones hasta encontrar al príncipe, ó algo de besar sapos en fin.

bien contada la historia, pero arriba que no vale la pena

M. dijo...

A mi me paso lo mismo. Es una mierda, que nos pase y ellos, hay hombres imbeciles por donde se mire...

Arriba el animo!

Besos!

Niceland dijo...

odioo cuando eso pasa, pelotudos hay por todos lados...

hey me encanto tu blog y sobre todo tu banner xD
desde hoy me paso por acá seguido eso no lo dudes

saluditos

Emiliana dijo...

Hay veces que no estan tan buenas las historias de verano...
Saludos!