martes, 25 de noviembre de 2008

Pucha que vale la pena estar vivo.

Después de mucho tiempo de inestabilidad emocional y mucha angusía tuve un fin de semana que me levantó el ánimo, y me hizo recordar todo lo bueno que tengo y toda la gente linda que me quiere.
El viernes fui a seven como siempre con Agus, Gabi y sus amigos y -como yo había anticipado- me encontre a Juan Manuel y estuve con él. Es un dulce, lo adoro, me encanta.
El sábado pensaba irme a dormir a lo de mi abuela para visitarlos, pero me llamó Facu y me dijo que él y los chicos del colegio se iban a juntar en la casa de uno, que fuera. Fuí, y eramos seis de los chicos y yo sola. Nos cagamos de risa toda la noche, la pase genial como hacía mucho no lo hacía. Además yo los amo, y nos llevamos muy bien.
Y ayer, como era el último día de clases nos juntamos bien temprano a tomar algo, compramos cotillón y caimos al colegio medio en pedo, con cornetas, espuma, papel picado y pelotudeces y descontrolamos todo el colegio. Entre nosotros estaban Scooby Doo, Elmo de plaza sesamo y Pablo de los Backyardigans personificados y haciendo kilombo. Terminamos en la calle, con la policía que fue tras los llamados del rector y se terminó copando con el festejo.

Así da gusto levantarse todas las mañanas.

1 comentario:

Olivia dijo...

Bueniiiiiiiiiiisimo! Me encantan esas cosas , pequeñas, que te hacen sentir bien =)
Hay que disfrutar de esta vida lo mas que se pueda .
Beeeeso